domingo, 2 de octubre de 2011

Hallazgo

Perdido. Hace nueve años que llegué de Salamanca a buscarlo y hasta ayer, más que perdido, creía que Rubén estaba muerto, rete muerto. Quién, por muy cabrón, le dijo que no fuera pendejo y pusiera en una balanza a su familia y derechito y sin rumbo se viniera a buscar unos centavos y de paso otra vieja y todo lo que sin lana allá en Salamanca nunca iba a tener.

Así convencieron a mi viejo. Muy chula su primavera y ay va el muy güey diciendo y jurando que cuando ahorrara unos pesos iban a ser pa´ su chata y el Rubencito –que en paz descanse. Nomás con mirarle los ojos yo sabía que iba a volver. Pero después de tanto tiempo y si no extrañara que fuéramos nomás los dos, -hasta que nació el Rubencito- no habría venido hasta acá a buscarlo.

Y yo digo: para qué, para qué chingados vino mi viejo, si allá en Salamanca andaba como pez en el agua y yo lo amaba más o igual que ayer cuando me vio de arriba para abajo y sin reconocerme.

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